Templo de Nuestra Señora de la Salud
Las iglesias Latinoamericanas, como sus precursoras en España, son con frecuencia más impresionantes que hermosas, y muchas tienen una atmósfera de osario – una fijación en el sufrimiento y el martirio. No es el caso de «Nuestra Señora de la Salud» de San Miguel. Alegre y encantadora, proporciona un descanso de las muchas agonías esculpidas, y nos recuerda que en la tradición cristiana no sola existía el calvario, sino también un feliz banquete en Cana y una comida campestre con panes y pescados.
«La Salud» es especialmente encantador por las noches en las que su fachada es iluminada y se ve desde la Plaza Allende. La iglesia se ubica en la Calle Insurgentes cerca de la nueva plaza y se puede identificar inmediatamente por la gran concha tallada sobre la entrada principal.
Minucioso y primitivo trabajo en piedra adorna la agraciada fachada. Los nichos alrededor de las puertas principales están dedicados a San Joaquín, Santa Ana, al Sagrado Corazón y a San Juan Evangelista. La estatua localizada justamente sobre la entrada honra a la Inmaculada Concepción y el excelente trabajo local en hierro corona las puertas de madera. El diseño general a menudo se llama «churrigueresco», un término desarrollado en España entre 1688 y 1700 que describe un estilo extravagante de la arquitectura – una palabra pretenciosa y usada en exceso para cualquier cosa inidentificable pero de lujo y español. La fachada es realmente más simple y limpia de lo que el término implica.
Dentro de la minúscula iglesia, altares de piedra han sustituido a los originales dorados y de oro – pequeña pérdida considerando el espacioso glamour de algunos grandes lugares de adoración. El encanto de este edificio surge de la agradable simplicidad lograda a través de un uso jubiloso de contrastantes pero alegres colores y la ausencia del grotesco dejo que a menudo atesta las iglesias mexicanas.
El cubo principal es placentero, pero el Camarín de la pequeña Virgen de las Tres Aves es una joya. Esta pequeña capilla está casi escondida, correctamente, en una lejana esquina del edificio, esperando sorprender a los visitantes.