Templo de la Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe
Su magnífico diseño barroco, es obra del arquitecto José de Bayas Delgado y fue bendecido el 11 de mayo de 1680, por el Presbítero queretano. Sr. Juan Caballero y Osio, quien de su peculio costeó casi la totalidad de la construcción.
En su sencilla fachada de cantera rosa, flanqueada por dos torres, se advierte una magnífica escultura de la Virgen de Guadalupe.
En su interior se conserva parte de un órgano que se dice fue fabricado por el ilustre arquitecto queretano Ignacio Mariano de las Casas.
Al construirse el Templo de la Congregación, se preparó el Retablo del Altar Mayor para colocar en él una imagen de la Guadalupana pintada por Baltasar Echave. La Imagen actualmente venerada obra del pintor oaxaqueño Miguel Cabrera, que en 1778, fue donada a este templo.
La sacristía conserva un retablo barroco de Cristo pintando a la Virgen, un lienzo del siglo XVll, de gran valor y belleza y un Cristo de marfil.
Las apariciones de la Virgen, están pintadas sobre las pechinas y son obra de Roldán.
La herrería del coro y del atrio son de hierro forjado del más alto grado artístico y en el salón de juntas existe una bella colección de oleos de los mejores pintores de la época.
Al correr de los años, tanto la Congregación como el templo sufrieron diversos embates: primero con las llamadas Leyes de Reforma, la Congregación perdió absolutamente todas sus propiedades y sus fondos.
Posteriormente, a consecuencia del Sitio del Ejército Republicano contra Maximiliano de Habsburgo, el templo fue despojado de sus cuatro campanas por el general Mariano Escobedo para fundirlos como cañones.
A partir de 1885, nuestro tercer Obispo Excmo. Sr. Rafael Sabás Camacho, ferviente guadalupano, se propuso renovar la Congregación y a promover la reparación y nueva decoración del Templo.
Sin embargo, con el estallido de la Revolución, fue saqueando y profanando de sus vestiduras y objetos sagrados. Sus confesionarios, como los de otros templos, fueron sacados a la calle para ser quemados.
Luego de reanudarse el culto, se pensó en redecorar el Templo, sustituir el altar mayor y coronar la Sagrada Imagen de María de Guadalupe y el 12 de diciembre de 1942, se coronó solemnemente, de manos del Sr. Obispo Tinajero y del Sr. Arzobispo de Puebla Pedro Vera.
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